lunes, 16 de noviembre de 2009

El fanatismo que nubla las mentes

El pasado jueves 5 de noviembre tuve la oportunidad de asistir a la segunda reunión para el tratamiento del proyecto de ley de matrimonio homosexual en el Congreso de la Nación. Temprano por la mañana se realizó un desayuno de trabajo con la presencia de Pedro Zerolo, el líder español que fue artífice de la ley de matrimonio en España, y alrededor de las 10.30 hs fuimos conducidos al recinto, donde varios disertantes propuestos por diferentes diputados realizaron diferentes ponencias, unas a favor y otras en contra del proyecto. Entre las que estuvieron en contra, la que más me impresionó fue la del psicólogo (trucho) evangélico Lic. Diego Sauan. Por un lado porque su tono y estilo pusieron en evidencia una profunda homofobia subyacente. Por otro, y esto quizá es lo más grave, porque en su discurso este señor distorsionó y tergiversó datos a su conveniencia con la intención de mostrar que la homosexualidad es una condición indeseable que puede revertirse por medio de terapias apropiadas, cintando al NARTH, una organización pseudo-científica norteamericana que lucra con esta clase de tratamientos.
Mi indignación fue tal que al día siguiente escribí una carta dirigida a la diputada evangélica Cynthia Hotton que fue quien propuso a este disertante.

Diego Sauán pertenece al grupo de “especialistas” del discurso “ex –gay” de Argentina, una de cuyas pioneras, la Dra. Mabel Borghetti también estaba presente en la sala junto con un jovencito muy exaltado que la acompañaba; probablemente un nuevo “ex –gay” público, ya que según todos los que lo observaron parecía ostensiblemente homosexual en su aspecto y modales: uno de esos “convertidos” a los que Dios no pudo cambiar su aspecto exterior gay. La señora Borghetti guardó siempre su compostura, mientras el joven no perdió oportunidad para festejar una por una las frases que tendían a despreciar a las personas homosexuales o distorsionar nuestra realidad, lo cual me pareció singularmente patético, haciéndome perder definitivamente todo respeto por esta gente que no son más que personas fanáticas religiosas incapaces de reflexionar acerca de lo que sostienen como verdades absolutas. En ese momento vino a mi memoria un pastor bautista que antes de llegar a CEGLA pasó por los ministerios Exodo de Buenos Aires. La directora del ministerio insistía a este pastor –que ahora vive en los EE.UU. para que la acompañe dando testimonio de su cambio (un cambio que en realidad no existía, según el mismo nos confesó).

Justo en estos momentos estoy abocado a la traducción de un libro testimonial escrito por Jeremy Marks, líder fundador de la rama de Exodo en Inglaterra que después de una década de tratar de “curar” homosexuales tuvo la valentía de parar y tomarse un tiempo para reflexionar acerca de la eficacia de esta clase de ministerios. En relación a esto, Marks dice que “la capacidad de una autocrítica honesta y confiable por parte de los líderes ex –gay es prácticamente inexistente” y que “sus intenciones pueden ser buenas pero su mensaje totalmente falso”: la orientación sexual de las personas no se puede cambiar. “No se dan cuenta que son guías de ciegos”
En otra parte, el lider ex – ex –gay dice que “Lo más terrible de nuestros años dentro del ministerio ex –gay ha sido la búsqueda de una justicia impregnada por una mentalidad tan fundamentalista que resultó ser un cáliz ponzoñoso que trajo muerte en lugar de vida y destruyó la fe de muchos en lugar de hacerla crecer en Cristo. Al darnos cuenta de nuestra mendacidad, sólo nos quedaba arrepentirnos por ello”.
(Para conocer más acerca del ministerio Courage dirigido por Jeremy Marks recomendamos visitar el sitio www.courage.org.uk)

martes, 21 de abril de 2009

Pulso Cristiano

En su edición del mes de Marzo, Pulso Cristiano preguntó a sus lectores si "un homosexual declarado puede ser miembro de una iglesia evangélica". Encontre dos respuestas, ambas llenas de prejuicios y desconocimiento. Como es mi costunbre enseguida me apresté a compartir mi experiencia. Debo confesar que no tenía muchas expectativas de que fuera publicada (pues por norma esta clase de sitios suele evitar las opiniones que no comparte) pero no, afortunadamente fue publicado. ¡Bien por Pulso!


Aqui el texto de mi carta:



¿Por qué se plantea esta cuestión? Sin lugar a dudas porque se supone que la Biblia desaprueba las relaciones homosexuales. ¿Pero es realmente así? Sin duda son muy pocos los que se han permitido cuestionar responsablemente este asunto, tal como me pasó durante 20 años desde que me percaté que mi orientación sexual era “diferente”, a pesar de que había nacido en un hogar cristiano, crecido dentro de la iglesia evangélica, aceptado a Cristo desde niño y ni siquiera jamás hubiese pensado en ser homosexual. Después de tantos años creyendo que podía “cambiar”, cosa que nunca aconteció, pude saber que no era el único cristiano al que le sucedía esto, y más aún por la gracia de Dios pude descubrir algo antes impensado: Que la Biblia no condena las relaciones responsables de amor y compromiso entre personas adultas del mismo sexo. No fue inmediato, me fue necesario profundizar mucho en la exégesis de los textos bíblicos pertinentes. Por ejemplo 1 Corintios 6:9 donde según el pastor Varas (ver edición 131) “Dios revela que los homosexuales no entrarán en el Reino de Dios”. Como cristiano comprometido, jamás hubiese pasado por alto ese texto. Sin embargo hoy se que la traducción de los términos griegos que allí aparecen, ya sea “afeminados” (malakoi) o “los que se echan con varones” (arsenokoitai) no son sinónimo de “homosexual”. Se podrá discutir el significado de esos términos en un contexto académico, pero ningún erudito actual en Biblia honesto y sin prejuicios dará la razón al pastor Varas. Algo parecido sucede con otros pasajes. Contrariamente a lo que pensábamos, la Biblia no es clara respecto de la homosexualidad. Un estudio serio y profundo más bien nos muestra que los textos exclusivamente desaprueban todas aquellas conductas sexuales --obviamente también heterosexuales-- que se aprovechan o abusan de los más débiles, que explotan al prójimo, que hacen violencia, que son promiscuas, etc. es decir que no parten del amor sino del egoísmo y en consecuencia hacen daño no sólo al otro sino a uno mismo. Por esta razón existen unas cuantas iglesias y denominaciones cristianas que aceptan a hermanos y hermanas homosexuales en la comunión. Porque entienden que las Escrituras no los condenan, mientras vivan su sexualidad con dignidad. Más bien los incluyen como hizo Jesús con las minorías que le seguían compuestas mayormente por personas rechazadas y marginadas por la religión imperante. Afortunadamente en nuestro país podemos ser miembros de unas cuantas iglesias evangélicas históricas que nos reciben con sus brazos abiertos, como me ha sucedido con mi pareja de 13 años de relación. Si la orientación homosexual pudiese convertirse en heterosexual, tal como insisten muchos sectores de la iglesia, esta discusión podría ser eventualmente irrelevante. Pero no es así, mi propia experiencia y la de miles de cristianos homosexuales de todas partes del mundo lo pone de manifiesto a pesar de que los ministerios llamados ex - gays siguen proclamando expectativas falsas a personas muy desesperadas. Que quede claro que dejar de practicar cualquiera forma de homosexualidad, aún casarse y tener hijos, no significa que uno se haya transformado en heterosexual. Como dice el refrán, muy aplicable a estos casos, en la práctica el remedio es peor que la enfermedad. Sabemos muy bien que es así. El mayor desafío que se presenta hoy en cuanto a la discusión que se viene dando en varias partes del mundo, no radica específicamente en como compatibilizar la homosexualidad con ciertos pasajes de la Biblia que parecieran condenarla sino más bien en como reconciliar el rechazo, los prejuicios y la crueldad de la iglesia hacia los gays y lesbianas con el amor incondicional de nuestro Señor Jesucristo

Ing. Marcelo Sáenz

Coordinador General de CEGLA

Capital Federal

Biblia y Homosexualidad

LA SEXUALIDAD ES UNA PARTE MUY IMPORTANTE DEL SER HUMANO

Pienso que la mayoría de los cristianos estará de acuerdo en ello, pero cuando los creyentes comienzan a buscar pautas éticas de cómo deben entender y vivir la sexualidad, comienzan a surgir las discrepancias.
La mayoría de los cristianos, católicos y evangélicos cree que la homosexualidad es incompatible con su fe, especialmente porque entiende que la Biblia “claramente lo dice así”. Prácticamente todos nosotros crecimos creyendo que la orientación homosexual es una cosa mala y que los actos sexuales entre personas del mismo sexo son pecado.
Lo cierto es que casi nadie llega a cuestionar seriamente si esto es realmente así. Mientras tanto opinan con escaso fundamento sobre el tema y los que tienen algún liderazgo lo trasmiten así desde los púlpitos.
Sin embargo tenemos que reconocer que casi nadie está debidamente equipado como para cuestionar la enseñanza que ha recibido sobre la homosexualidad. Todos dependemos -en muchas áreas de nuestra vida-, de lo que nos han enseñado pues casi nadie tiene a mano la información, el tiempo y la preparación necesarios para cuestionar todo asunto a través de los fundamentos que lo sostienen.
En las últimas décadas, se ha venido dando un serio y profundo re-examen de los textos bíblicos que tradicionalmente se han usado para condenar la homosexualidad y muchos de quienes tuvimos acceso a ello, hemos sentido la responsabilidad de comunicarlo a aquellos hermanos y hermanas en Cristo que ignoran tal cosa . Cuestionar un asunto, implica en primera instancia admitir la posibilidad de que lo que uno ha aprendido puede no ser objetivamente correcto. Resulta imprescindible despojarnos de los prejuicios y preconceptos; un verdadero desafío a nuestras estructuras mentales.
Son muchísimos los creyentes con orientación homosexual que sufren las consecuencias de una interpretación exclusivamente “literal” nunca cuestionada de ciertos textos de la Biblia. Sufren específicamente porque en nombre de esos textos se les cierra la posibilidad de experimentar aquello en lo cual todos estamos de acuerdo: que la sexualidad es una parte muy importante de la vida del ser humano. No me refiero solamente al placer del sexo, creado por Dios para felicidad de las personas, sino particularmente a la necesidad que tenemos de relacionarnos afectivamente, de enamorarnos, de no estar solos, de encontrar un compañero o compañera para transitar juntos la vida.
Cuestionar algo comprende indefectiblemente la tarea de informarnos y reflexionar, contemplando todas las fuentes y procurando sopesar todos los datos que recolectamos a fin de arribar a una conclusión. La mayoría de las personas que me leen, probablemente conozcan una sola campana: la interpretación tradicional que sostiene que la homosexualidad en la práctica es desaprobada por Dios en las Escrituras. El proceso de cuestionamiento implicará indagar responsablemente sobre la otra campana. En tal sentido recomiendo comenzar con la lectura del material de CEGLA que denominamos “cuadernillo” el cual después de una introducción general, se extiende en la exégesis de seis de los textos bíblicos que tocan el asunto más directamente.
Más de uno se sorprenderá.