jueves, 7 de julio de 2011

Los Peligros de la Educación Sexual





Cuesta comprender que la educación sexual siga siendo un tema áspero de discusión que cuenta con la oposición de muchos sectores del ámbito de la religión que no entienden que se trata de un imperativo para que –entre otras cosas- no siga creciendo la maternidad adolescente, los más jóvenes no se sigan contagiando enfermedades de transmisión sexual, siga habiendo chicas que creen que en su primera vez no pueden quedar embarazadas, el aborto clandestino deje de ser la principal causa de muerte materna que además afecta principalmente a adolescentes y jóvenes, y para que no siga habiendo toda clase de abusos sexuales especialmente en el seno de muchas familias.
Y ni que hablar de la homosexualidad que en muchos sectores aún sigue siendo un tema tabú y motivo de burlas incluso en programas de radio y TV mientras los adolescentes gay o lesbianas siguen mirándose en el espejo de una cultura machista y homofóbica que los obliga a encerrarse en el armario con el consiguiente sufrimiento y angustia que esto les inflige, amén de la pérdida de años preciosos donde el jovencito transita los primeros pasos de su vida y de su identidad sexual que en los adolescentes homosexuales se convierte en un déficit que mas tarde suele jugarle en contra de diferentes maneras por haber saltado etapas y experiencias necesarias. Incluso la falta de modelos diferentes a la norma heterosexual. Muchos de ellos ni siquiera tienen dónde encontrar información que les brinde respuestas a sus interrogantes.

Sin lugar a dudas la educación sexual es totalmente necesaria. Pero surge una cuestión que nos preocupa sobremanera. En un reciente artículo de su autoría, el periodista Bruno Bimbi narra el caso de una profesora de la materia Psicología de la Educación en un instituto de nivel terciario enseñando a su alumnos por ejemplo que “una mala resolución del complejo de Edipo puede causar una perversión o una homosexualidad” (sic). Que “la homosexualidad, si bien no se considera actualmente una enfermedad, está claro que no es algo natural” (sic) Y que tiempo atrás había tenido un alumno “que era amanerado pero creo que finalmente no se hizo homosexual, no sé, jajaja”. La profesora también habló de la necesidad de la figura paterna lo que hizo que algunas madres le preguntaran si sus hijos podían “volverse homosexuales” porque el marido estaba poco en la casa.
Tampoco es raro escuchar mensajes contradictorios en los medios de comunicación, por ejemplo cuando se habla –y con frecuencia- de la homosexualidad como “opción” de vida o como “elección” aún de la boca de ciertos gays mediáticos famosos.



Confusión, ignorancia y prejuicios. Si es así, estamos en problemas…



Quienes tengan que pararse en un aula para enseñar educación sexual a los chicos y chicas necesariamente tendrán que tener conocimiento del asunto. En primer lugar ellos mismos tienen que haber recibido educación sexual o haber sido debidamente instruidos objetivamente sobre el tema.
Si como señala Bimbi, conseguimos torcerle el brazo a los señores obispos y a algunos sectores fundamentalistas evangélicos y finalmente hay educación sexual, habrá que tener sumo cuidado para que los profesores y profesoras no enseñen barbaridades como las de la anécdota mencionada.


¿En el Ministerio de Educación se habrán puesto a pensar en esto? ¿En manos de quiénes está la formación docente?